KAMISHIBAI EN EL CLUB DE LECTURA






 
Kamishibai es un teatrito tradicional japonés que se usa para contar historias a los niños. Mediante unas láminas ilustradas el narrador va contando un cuento mostrando los dibujos según va sucediendo la historia.

Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”; esta forma de contar cuentos es muy popular en Japón, suele estar dirigido a niñas y niños pequeños que van a disfrutar de él en grupo, también es utilizado como recurso didáctico.
Está formado por un conjunto de láminas que tienen un dibujo en una cara y texto en la otra. su contenido, generalmente en forma narrativa, puede referirse a un cuento o a algún contenido de aprendizaje.

PROYECTO FAMILIAS LECTORAS

           C.E.I.P. San Juan de Dios. Curso 2.013-2.014. Enero 2.014

Leer es como caminar.

Lo vamos haciendo con la ayuda de otros hasta que tomamos nuestro paso: más lento o más apurado. Leemos lento una receta de una torta que queremos lograr igual a la que probamos. Leemos rápido los carteles en la calle. Sin darnos cuenta leemos en todo momento, leemos siempre.

Cuando leemos, estamos abiertos a lo que otros nos cuentan. Nos permite guiarnos en el mundo. Leemos, por ejemplo, lo que otras mamás embarazadas narraron de sus partos en una revista y eso nos ayuda a imaginar el nuestro. Nos resulta un buen amparo frente a lo desconocido

Leemos el nombre de nuestra hija o nuestro hijo en su primer documento y nos llena de orgullo. Leemos los nombres y fechas de las vacunas que nos indicaron en el hospital. Leemos las fechas de vencimiento de los productos que vamos a usar para alimentarlo y alimentarnos.

Leemos para informarnos, para saber qué elegir para el bien de nuestra familia.

Sin darnos cuenta leemos siempre

Carteles, objetos y pantallas aparecen unos tras otros, se superponen y nos atrapan.

Leemos sus mensajes en constante movimiento, casi sin quererlo.

En todo momento nos guiamos por esa lectura que nos mueve en lo cotidiano.

 Podemos pensar entonces en la lectura como una compañera con la que caminamos toda nuestra vida.

El proyecto FAMILIAS LECTORAS consiste básicamente en disfrutar del placer de la lectura con los hijos, en leer con ellos, y comentar juntos lo que se ha leído.

   ¿QUÉ PUEDEN HACER LOS PADRES Y MADRES?

·         Compartir un poco de tiempo de lectura con los hijos e hijas, por ejemplo, 15’ minutos diarios durante al menos 20 días al mes.

·         La lectura en casa se puede hacer de varias formas: leyéndoles en voz alta, acompañándoles en su lectura, pero siempre respetando sus ritmos y partiendo de sus experiencias y capacidades.

·         A lo largo del mes, el padre, madre o tutor señalará los días que se ha leído en el cupón correspondiente del calendario proporcionado.

·         Cuando finalice el mes firmará y recortará dicho cupón y su hijo se lo entregarán a la coordinadora de la biblioteca.

·         Cuando finalice la campaña, aquellas familias que hayan cumplido el compromiso recibirán un diploma de Familia Lectora.

·         Predicad con el ejemplo. Invitad también al resto de la familia. Optar por un periódico, una revista o un libro les demostrará que para vosotros leer es gratificante. Recordad que aunque no seáis grandes lectores podéis ser unos excelentes mediadores entre el niño y los libros.

·         Por último, si un día, por cualquier motivo, no podéis hacer vuestro rato de lectura, no os desaniméis, volved a intentarlo al día siguiente con más ganas.

ACTIVIDADES EN LA BIBLIOTECA

·         Colaboren en el centro educativo con las actividades de la biblioteca y de fomento de la lectura.

·         Visiten la biblioteca pública con sus hijos. Las bibliotecas tienen programas de lectura durante las vacaciones, sobre todo en verano, para que los niños no pierdan sus habilidades lectoras.

       ACTIVIDADES EN EL COLEGIO

·         Colabore con la biblioteca escolar.

·         Participe en las actividades de lectura del colegio.

·         No dude en hablar con su tutor si observa que su hijo tiene problemas con la lectura.

QUÉ LEER

Se puede usar cualquier tipo de texto, los libros disponibles en la biblioteca familiar, los préstamos de la biblioteca del colegio o de la biblioteca pública, las compras en las librerías, los intercambios con amigos o vecinos, etc.

QUÉ HACER PARA QUE TU HIJO SEA LECTOR

La lectura no debe imponerse, debe facilitarse.

Apagad la tele o la radio.

Dedícale 15’ minutos diarios de lectura.

Escoge un buen momento para leer, en un lugar confortable y sin distracciones.

Lee libros que disfrutéis juntos.

Respeta sus elecciones.

Lee y diviértete, querrá repetir la experiencia.

Habla con él/ella sobre lo que lee, permítele expresar sus opiniones.

Lee las imágenes: descríbelas y habla sobre ellas.

Organiza con tu hijo/a su propia biblioteca.

Lleva a casa diversos materiales de lectura: libros de animales, revistas y periódicos.

                                       ¡ÁNIMO!

Y porque, como dijo Doris Lessing,

          La cultura es aquello que queda después de haber leído.

 

 

 

TIEMPO DE SOL, HORAS DE LUNA

 
Había una vez un niño llamado Vicente. Era moreno, alegre y muy ágil. Lo que más le gustaba era levantarse muy temprano, correr por el parque con su perro Tody y comer chocolates con almendras.
 Pero había algo que le gustaba mucho más todavía, para Vicente no había nada mejor en el mundo que pasear con su papá y sentir que su mano fuerte tomaba la suya para cruzar la calle, entonces no necesitaba mirar ni a derecha ni a izquierda como le habían enseñado; podía caminar confiadamente, entonces era feliz.
Pero el papá de Vicente era un hombre muy ocupado. Tenía tan poco tiempo libre que a veces pasaban días sin que el niño pudiera verlo ni escuchar su voz, algunas noches trataba de quedarse despierto hasta tarde, luchando con el sueño que le cerraba los ojos, para sentir los pasos cuando volviera y correr a abrazarlo. Pero nunca lo lograba.
La mamá de Vicente, aunque estaba casi todo el día en casa, tampoco tenía demasiado tiempo para él. Siempre estaba trabajando.

–Mamá –le decía Vicente–, léeme este cuento, ¿quieres?

–Ahora no puedo. Tengo mucho que hacer.
 
–Entonces voy a esperar a mi papá, para que él me lea.

–No, Vicente –respondía su mamá, tu papá va a llegar tarde y cansado hoy día, no debes molestarlo. ¿Por qué no vas a jugar al jardín con Tody?

– “No tengo tiempo”, “No tengo tiempo”, estas palabras daban vueltas y más vueltas en la cabeza de Vicente. ¿Por qué los grandes no tenían tiempo para nada?
 
Se puso a pensar. “Debo hacer algo para que papá y mamá tengan horas y horas para jugar conmigo.”

Él quería que tuvieran tiempo para conversar y reír todos juntos, para pasear por el jardín, para salir a caminar, para correr por las mañanas cuando el sol recién se asoma en el cielo y el aire que se respira es fresco.
 
– ¡Ya sé! –exclamó de pronto Vicente. ¡Qué idea tan genial

 Él había visto a mamá guardando mermelada en los frascos de conservas. Si mamá podía guardar mermelada para los meses del invierno, él podría guardar tiempo en esos mismos frascos para los días en que su papá y su mamá estaban tan ocupados.

Había visto algunos frascos vacíos en la bodega, en ellos guardaría minutos, horas de sol y horas de luna, lo juntaría todo pacientemente. Él sí tenía tiempo para sentarse durante el día y al atardecer y así llenar de sol y de luna esos frascos.
 
Se sentía feliz con su idea. Ahora todos podrían usar ese tiempo para estar juntos y ser felices.
 
Vicente logró llenar diez frascos de sol y diez de luna, ahora podía invitar a su papá a salir con él a correr en la mañana. Y así lo hizo, en cuanto llegó de la oficina.

–Lo pasaremos muy bien y nos reiremos mucho –le aseguró.

–Hijo, lo siento tanto, pero no tengo tiempo; más adelante, tal vez en las vacaciones.

¿Por qué no sales a correr con Tody? Con él te entretendrás mucho.

–Pero, papá, yo quiero salir contigo y con mamá. Vengan, les tengo una sorpresa. Vengan, vengan insistió.
 
Los llevó hasta su dormitorio. Allí, sobre la cama estaban los veinte frascos. Los padres, asombrados, no entendían qué pasaba, miraban a Vicente y miraban los frascos.

–Tomen estos frascos, son para ustedes. Están llenos de tiempo.

Hay tiempo de sol y tiempo de luna. Es un montón de horas para ustedes. Yo las guardé para regalárselas. Ahora podemos ir a correr.

–¿Qué dices, Vicente? – ¿Qué hay en mis frascos de mermelada?

– Tiempo, mamá, tiempo; mucho tiempo para ti y para papá.

Papá y mamá se miraron y comprendieron.

–Gracias, Vicente –dijo papá. Has tenido una idea genial. Por supuesto que saldremos todos juntos. Ahora sí tenemos tiempo, gracias a ti.

–Yo también voy a salir –agregó mamá, pero antes voy a guardar tu maravilloso regalo, tus horas de sol y de luna, en un lugar muy especial.

 

(Cuento publicado originalmente en Los dedales de oro y otros cuentos. Santiago, Editorial Andrés Bello, 2006.)

 
Actividad a realizar y que quedará registrada en el cupón de enero

Después de haber leído esta historia, haz un dibujo de tu familia en el que estéis haciendo una actividad conjunta de lectura, juegos, etc. Llévalo al colegio y  se expondrá en el tablón de la entrada del mismo para formar la “Gran Familia Lectora del Centro”.